Cuando una persona o todo un equipo de trabajo te hace una crítica y ésta resulta ser constructiva está aportando, y esto es mucho mejor que aquel o aquellos que asumen posiciones neutras o de indiferencia.
Si eres un líder que promueve espacios para el diálogo, potencia ese momento valorando y agradeciendo la participación de tu equipo de trabajo.
Un colaborador crítico está demostrando que es activo, aprovecha entonces lo mejor de su activismo. Por ejemplo, cuando te encuentres con posiciones radicales en donde el mayor énfasis sea el de señalar lo negativo, ahí se abre una oportunidad para brindar espacios de auto-reflexión, invitándolos a explorar su capacidad propositiva a partir de un lenguaje que exprese voluntad e interés por co-crear una nueva realidad.
Lo puedes motivar a que comparta cuál puede ser una propuesta de mejora, cómo ha sido su iniciativa frente a retos, qué novedoso ha implementado o le gustaría aportar -así no sea realizable por el momento-; pero se trata de convertir ese espacio en una oportunidad de aprendizaje mutuo, promoviendo en él un nuevo estilo como es el lenguaje constructivo y resolutivo.
Quien aporta con críticas constructivas, es un talento que se debe cultivar y aprovechar. En ocasiones sus ideas resultan ser valiosas no por el impacto operativo que ofrecen, sino por la satisfacción emocional que genera en quien las creó, así como en la de sus pares más cercanos.
Abrir espacios de diálogo valorando la crítica y los aportes que brindan los miembros de un equipo, promueve una consciencia organizacional de co-responsabilidad por generar un entorno laboral armónico, fundado en colaboradores comprometidos, motivados y productivos.
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